martes, 31 de agosto de 2010

Alas de Libertad

Birdy
Alan Parker, 1984


Crítica de Fabrizio Ruffino




Título: Birdy
Traducción: Alas de libertad 
País: EEUU
Año: 1984
Dirección: Alan Parker
Género: Drama
Guión: Sandy Kroopf y Jack Behr (Novela: William Wharton)
Música: Peter Gabriel
Fotografía: Michael Seresin
Reparto: Matthew Modine, Nicolas Cage, John Harkins, Sandy Baron, Karen Young, Bruno Kirby, Dolores Sage




¿Puede tu cuerpo ser un obstáculo para alcanzar la felicidad? ¿Puede tu mente ansiar tanto la libertad al punto de abandonarlo? ¿Pueden los senos de una mujer parecerte un error en la evolución humana? Para Birdy no hay nada más cierto. Es que así lo siente. Y en su mundo los sentimientos no se cuestionan, sólo se siguen hasta el final. ¿Y las consecuencias? Sólo le marcarán el camino…

Birdy está internado en un hospital del ejército. Agazapado en un rincón de la habitación no presta atención a las palabras de nadie. Es que este joven veterano de Vietnam tiene motivos para hacerlo, pues está mucho más lejos de lo que su cuerpo indica. Logró escapar de este mundo irracional y agresivo, pero lo hizo a costa de dejar su cuerpo en aquella habitación. Son sus propios recuerdos y fantasías quienes lo acompañan ahora, y no los dejará ir tan fácilmente.

Hay personas que no encajan en este mundo, o simplemente deciden no hacerlo. Este es el caso de Birdy (Matthew Modine), a quien sólo la fuerte amistad que lo une a Al (Nicolas Cage) servirá de puente a la realidad nuevamente.

Los primeros flashbacks nos transportan de inmediato a su juventud. Al es atlético, extrovertido y temeroso; Birdy, callado, retraído y muy decidido. Al tiene los pies en la tierra; Birdy goza con la altura. Sin embargo, el destino los hará inseparables…

(Birdy) – “¿Te gustan las palomas?”
(Al) – “¿Que tienen de especial?”
 - “Vuelan…”
- “¿Y que?”
- “Ya es bastante, ¿no?”


La obsesión de Birdy con las aves ya está sugerida. A partir de aquí el film nos entrega una serie de episodios casi quijotescos que llevarán al extremo esa pasión. Birdy se siente pájaro, y hará todo lo que a ellos es habitual. O casi todo. Será su fuerte convicción en la posibilidad de volar lo que atará hipnóticamente a Al a su lado hasta el final.

Birdy es la ambición de descubrir el sentido de uno mismo, un hermoso viaje a los rincones de la inocencia. Birdy es evadirse de la realidad de la forma más poética posible, y tal vez la posibilidad de volver a ella transformado y verdaderamente libre. Birdy es una intensa metáfora difícil de describir con palabras, por lo que salen en auxilio una bandada de imágenes elocuentes y bien cuidadas que a lo largo del film hablan por sí solas: la vista subjetiva de un ave que lo abarca todo desde la altura; una pareja de jóvenes soñadores enfundados en un par de trajes emplumados en lo alto de una fábrica; un cuerpo desnudo acurrucado dentro de una gran jaula; un extravagante personaje que contiene cómodamente la respiración en una pecera; un canario que termina con su vida precipitándose deliberadamente contra el cristal de una ventana; la sombra de un gran pájaro en su infructuoso intento por remontar vuelo…

(Al) - “Mi amigo se ha roto la pierna. Quizá la espalda. Espero que no, porque eso puede volverlo loco. Aunque ya está un poco loco. Cree que puede volar, cree que es un pájaro”

Basada en la novela “Birdy” de William Wharton, la trama se desenvuelve fresca y pausada, lo suficiente para que el ingenio de su protagonista construya un aviario, capture y entrene palomas, se arroje al vacío un par de veces y termine construyendo las alas con las que volará derecho a un charco en el basural. No sin la compañía inseparable de Al, que sabrá aguantar hasta donde su paciencia y cordura le permitan las excentricidades de un Birdy que se empeña en aprender el idioma de los canarios, construye jaulas en su dormitorio, ejercita horas batiendo sus brazos a modo de aleteo y, por si fuera poco rehúye al contacto de las mujeres.

Una historia que intenta ponerse las plumas no podía hacerlo de otro modo. Aquí abundan por doquier los planos en picado y contra picado, que junto a los panorámicos y subjetivos transmiten con intensidad el dramatismo y la fuerza de cada secuencia. Un film que encuentra constantemente en las alturas el espacio idóneo para desenvolver su argumento. Por momentos aves, por momentos humanos, desfila permanentemente ante nosotros la dualidad de reconocernos en ambas realidades, a veces tan afines, otras tan disímiles. Al punto de reconocer en el andar de Birdy la torpeza característica de los animales que nacieron para volar. Al punto de sentir extrañamente familiares las actitudes de estas aves.

Una profunda película sobre la amistad y la familia, el sueño y la supervivencia, el amor y la guerra, la locura y la belleza. Birdy nos presenta dos familias indiferentes a las aspiraciones de sus hijos: padre abusivo y temerario el de Al, no encuentra aceptación a otras ambiciones que no sean la suyas, mientras los padres de Birdy se plantean a diario qué hicieron mal para llegar a estas instancias. Entre tanto, la Guerra de Vietnam toca a sus puertas y sin más recluta a estos dos valientes…

 El salvajismo y la delicadeza conviven a la perfección en esta obra que encuentra piso en la Philadelphia de los años ´50. Ambientes sofocantes y plenos de vida, todo a la vez, bajo una luz de media tarde que invita a salir a jugar. Noches abiertas y de luna que se cuela por la ventana, por la misma ventana que sale volando cada noche la mente de Birdy. Sin estridencias, todo bajo una homogénea tintura de colores pasteles y suaves. Armonizado a los tiempos exquisitos de la música de Peter Gabriel, que susurra tras los diálogos o empatiza al espectador sin demoras con el instante. Un film que mantiene resueltamente la tensión de principio a fin.

(Birdy) – “¿Y si esto es un sueño y por la noche despertáramos en la realidad?...”

 Tal vez fue la Guerra lo que terminó por convertirlo en pájaro. Tal vez no. Lo cierto es que el film no recae en una historia más sobre los efectos colaterales de la Guerra de Vietnam  -que vino a imponerse a nuestros protagonistas como tantas otras imposiciones que impedían alzar su vuelo-, tampoco se centra en la lucha de un paciente catatónico y demente por recuperar su cordura. El film mantiene su enfoque en la humanidad de los dos personajes, en la extraordinaria amistad que escribe todo el desarrollo de la historia, en la apasionada búsqueda de la liberación espiritual y mental, a costa de perderse irremediablemente en el nuevo mundo que se abría bajo sus alas.

Cual pichón que abre los ojos a un mundo nuevo, ahora Birdy recibe de Al el alimento en su boca. De aquí en más, una complicidad exasperante entre los protagonistas nos llevará directo al desenlace. Un final sui generis inconfesable, esperando ser visto. Dos actores excepcionales que desaparecen bajo la piel de sus personajes: la amistad, la piedad y admiración, la debilidad, la fuerza y la ternura se hacen creíblemente nítidos en los rostros jóvenes de estas nacientes estrellas de Hollywood, aún con una venda a cuestas en la cabeza de una de ellas. Pájaros impecables en su papel, un guión intenso y la maestría de su director hacen de esta película un poema narrativo de visión obligada para quienes hayan sentido alguna vez los pies atados a un mundo que no acaba en la tierra de bajo, y para el que es necesario desplegar las alas y confiar. Sobre todo confiar…

¿Soñarán las aves con ser humanas?

           

2 comentarios:

  1. ¿Soñarán las aves con ser humanas? ojalá no porque los sueños siempre tienden a lo más elevado y si ellas sueñan ser humanas entonces nuestros sueños están equivocados. Soy fan de cage y estoy siguiendo por la red todas sus pelis. gracias.

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