lunes, 23 de agosto de 2010

Carretera Perdida

Lost Highway
David Lynch, 1997


Crítica de Matias Cabezuelo



Lost Highway
Título: Carretera perdida (ó Por el lado oscuro del camino)
Dirección: David Lynch
Guión: David Lynch y Barry Gifford
Música: Angelo Badalamenti
Fotografía: Peter Deming
Reparto: Bill Pullman, Patricia Arquette, Balthazar Getty, Robert Blake, Giovanni Ribisi
País: Estados Unidos
Año: 1997
Género: Thriller
Duración: 135 min




“ES CURIOSO COMO VIAJAN LOS SECRETOS”

 A través de una ruta apenas iluminada por los faroles de un coche, nos movemos, avanzamos hacia lo que apenas vemos, la cámara es quien nos guía por la oscuridad.  Una voz nos canta “I´m  derenged” de manera suave y por momentos a gritos, a un ritmo de 60 km por hora cuando la música se traslada a 200 km, aquel que escuchamos es nada más y nada menos que David Bowie. Es así como se pone en marcha “Lost Highway” o “Carretera perdida” su titulo en castellano. La realización de David Lynch en la cual el género suspenso se nutre del policiaco y de elementos de expresión surrealistas.


 Al igual que en otras proyectos Lynch contó con el trabajo paralelo de Barry Gifford, autor de “The nigh people” . Éste colaboró en el armado del guión, ya que esta película comenzó a gestarse cuando el director leyó en boca de uno de los personajes de la frase “lost Higway”. ¿Qué habrá querido decir el personaje de Gifford con aquella frase? ¿Qué habrá interpretado Lynch? ¿Será perder la cordura salirse de la carretera? ¿Dónde comienza el camino? ¿Quién dice que la ruta ha terminado? Y si volver es empezar ¿Cuando se va se esta volviendo? Interrogantes que transitan la mente cuando se ve la película. A la misma es necesario sentirla para verla, sufrirla para mirarla. Lynch logra su objetivo si este es crear intriga, lo logra si este es crear tensión, lo logra si el mismo es exigir el pensamiento. En definitiva logra contar un sentir.

Una vez más Lynch nos exige un esfuerzo a los  espectadores, nos saca de la butaca, de la función de mero lector y nos convierte en detective fracasado. Tras haber encontrado una pieza del rompecabezas  intentamos  buscar las pistas que nos lleven a las demás, para sumergirnos  en un juego que ni siquiera el propio  director pretende que sea armado, pretende que sea jugado.  La primer pieza la oímos, es “Dick Laurent is Dead”, la segunda la vemos cuando en casa de Fred Madison (Bill Pulman) comienzan a llegar cintas de video en las cuales se observa el exterior  y el interior de su  casa filmada, observada, acechada  para luego intensificar el grado de tensión cuando los personajes  reciben videos donde se los ve tanto a Fred y su esposa Reneé  (Patricia Arquette) durmiendo en la cama de su casa. Así,  de este modo Lynch logra involucrarnos en un problema que asumimos como nuestro, el atropello de la intimidad.

El grado de inseguridad que Fred siente en  la relación con su esposa, ya que sospecha que lo engaña con un millonario, son un tormento, sus miedos, sus fantasmas. Un dolor que trasciende más allá de su cuerpo. “El hombre encadena sus manos sobre su cabeza”. ¿Que sucedería si el Ego de Fred se viera revolcado? ¿No necesitaría crear otra imagen de si? ¿Escapar de la realidad? Si, seguramente. Y en el caso de que pregunten la razón responder “Me gusta recordar las cosas a mi manera”.  Será por eso que a Fred no le gusta la mirada exterior, que tanto sabe a conciencia, a vigilancia, a cámara de filmar o (recordando la última escena) a fotografía. Fred necesita un colaborador para matar la angustia y la humillación, lo conoce en una fiesta, en la misma en la cual su hermosa y sensual mujer coquetea con el dueño de la casa. El “hombre misterio” baja la escalera, se para frente a él, el sonido ambiente desaparece, silencio total y dice “Nos conocemos ¿verdad? De su casa ¿no lo recuerda? Usted mi invito, llámeme”. Claro que ese misterio inconciente, del cual no se tiene sino apenas recuerdos seria el brazo ejecutor de sus deseos reprimidos, la mano que filma, que mata.  Aquí Lynch supo crear el misterio a través de un personaje y de un objeto que están ligados significativamente pero no significantemente. Los videos crean un secreto en torno a los mismos y “El hombre misterio” que aparece sorpresivamente a lo largo de la película es un interrogante continuo. Esta realización tiene algunos elementos a los que podría referirme como surrealista, sobre todo por el salto que pretende dar respecto a ciertas estructuras de lo real. En este juego entre lo onírico y lo real  temporalizado nacen personajes como Pete (Balthazar Getty) una continuidad o un antecedente de Fred. A quien lo rodea un misterio, ¿Qué ocurrió la noche que desapareció? Y para el espectador ¿Es Pete Fred? Claro que si y claro que no, ya que nadie es hoy el mismo que mañana.  El espacio cambió, la familia cambió, la rutina cambió, pero hay algo que no cambio. El deseo y los miedos.

 Además, sobretodo al comiendo del film la utilización de cámara fija a un nivel muy por debajo muy de los personajes o muy por encima y en picado  crea la imagen del acecho, del espionaje, o de la cámara de seguridad. La cámara en movimiento  es utilizada para seguir a marido y mujer por cualquier pasillo de la casa, se logra  crear el clima para el interrogante ¿Alguien más se encuentra en el lugar?  Mediante la manipulación de la luz y utilización de la oscuridad, en lo que respecta a Fred, de los colores opacos en lo que se refiere a la casa y los colores fuertes lo que respecta a su mujer, Lych se vuelve un artista, un conductor visual del misterio, del suspenso. La Carretera Perdida cuenta con algo a ausencia, que se quiere decir con esto. Que posee algo que la particulariza y no por tener sino por ser carente del mismo. En esta película de suspenso no hay anticipación, no hay nada que el espectador conozca y el personaje no. Tal vez debido a que el director quiere plantear la interrogación y la incertidumbre dándole un sentido Epifanico al relato. A través de Fred y los casettes y luego Pete y las fotos, nos revelara el enigma que se esconde detrás de cada imagen que repentinamente, como en los sueños, chocan la cabeza del personaje principal. La relación de Pete con Annis (Patricia Arquette) pero rubia, define en cierta manera al personaje femenino. La personalidad de Annis se construye a través de lo que Pete ve en ella. Somos lo que otros ven de nosotros, los demás son lo que construimos acerca de ellos.  Pete es amante de la mujer, pero quiere más, quiere que sea suya, poseerla, quiere amor. Fred posee a su mujer, esta casado, convive con ella pero no es buen amante. Quiere sexo. Pete es inocente, un bebe para una mujer mayor, un problema edípico se crea aquí. No puede poseer la mujer de Laurent, su protector, quien lo ayuda, le brinda trabajo y seguridad. “Te quiero mía” dice Pete a lo que Annis responde “nunca me tendrás”. Allí nace Fred, El hombre adulto capaz de matar por amor.

Nos podemos preguntar acerca del elemento que más sentido tiene en la película, las cintas de video. ¿Qué son? Son la verdad, lo oculto, los recuerdos que no se recuerdan, las imágenes que no se ven. Este objeto roda la película, la misma comienza con ellos y con ellos finaliza. En casa del amante millonario se ve rodar la cinta del proyector que revela una verdad. Pero solo una, porque si algo ha caracterizado a este film es que  de él han nacido muchas verdades y ninguna es cierta porque su realizador insistió en la bifurcación, en la diversidad de la historia y la realidad. En que uno puede ser dos. Pero hay otros elementos que ayudan a contar y leer la historia. Coches en los que se va y viene manejados por personajes que cambian de personalidad, teléfonos que piden ser llamados y llamadas que piden ser atendidas, un juego de deseos que esperan ser saciados.


 Muchos de los planos utilizados al igual que la mayoría de las películas del género son cerrados. Primeros planos y primerísimo primeros planos son frecuentes y bien utilizados porque las bellezas y sensualidad de los rostros femeninos  son puestas en oposición con los rostros maléficos y gestos de malestar de las figuras masculinas. Con respecto a la música hay una que le da continuidad a la historia, la misma es “I’m Derenged”, sin embargo Angelo Badalamenti, Marilyn Manson, Rammstein, suenan a lo largo del film y es allí,  cuando el amor engendra los celos y éstos buscan venganza,  las escenas donde el dolor y el sadismo se hacen presentes, el momento en que se reconoce lo acertado de la musicalización elegida por Lynch. El espectador de esta obra  comienza a sentir que el director cuando comienza a rodar camina sobre la música.

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