El Baño del Papa
Enrique Fernández y César Charlone, 2007
Crítica de María Agostina Sebastián
Dirección: Enrique Fernández y César Charlone.
Países: Uruguay, Brasil y Francia.
Año: 2007.
Género: Drama.
Interpretación: César Troncoso (Beto), Virginia Méndez (Carmen), Virginia Ruiz (Silvia) Guión: Enrique Fernández.
Producción: Elena Roux.
Música: Luciano Supervielle y Gabriel Casacuberta.
Fotografía: César Charlone.
Análisis
El plano detalle de la sombra de una bicicleta que rueda sobre un camino de tierra junto a un leve sonido ambiente, marcan el comienzo de “El Baño del Papa”, dirigida por César Charlone y Enrique Fernández. El ruido de un motor abre el plano, una moto pasa a toda velocidad y luego, un plano entero de dos hombres que pedalean muy agotados. Uno de ellos es Beto, el protagonista de esta historia, quien junto a su amigo Valvulina, recorren diariamente 60 kilómetros desde Melo, un pueblito de Uruguay, hasta Aceguá (Brasil) trabajando como “bagayeros”: llevan de contrabando alimentos y algunas otras cosas para vender en el pueblo. Los viajes en bicicleta de Beto mostrados a través de imponentes planos generales, nos llevan a recorrer hermosos cielos y coloridos paisajes uruguayos acompañados de una música muy alegre y elocuente. Sin embargo, muchos de esos viajes son coartados por la autoridad. Beto debe enfrentar a los policías aduaneros que le hacen las cosas más difíciles.
Esta es la historia de Beto, su mujer Cármen y su hija Silvia, que con dignidad intentan superar dificultades emocionales y económicas a lo largo de toda la película. Sin embargo, no solo se trata del relato de una simple vida de pueblo de una familia humilde que lucha por salir adelante, es una historia que mezcla ficción y realidad, y en la que, como se explica en el principio, “los hechos de esta historia son en esencia reales y solo el azar impidió que sucedieran como aquí se cuentan”.
En mayo de 1988, los medios anuncian que el Papa Juan Pablo II viajará de visita a Melo. Los lugareños comienzan a prepararse para vender comida y bebida a las cincuenta mil personas que vendrán de las ciudades vecinas. Poco a poco el espectador se va involucrando con este pueblito y con la vida de su gente humilde que esperan con ilusión la llegada del Papa. Llenos de entusiasmo y con mucho esfuerzo, algunos piden créditos, préstamos o hasta venden sus casas para recibir a tantos fieles. La fiesta será muy grande. Choripanes, empanadas, carne, tortas fritas, bebidas, estampitas, banderines, todos comienzan a movilizarse, aunque más que una bendición santísima, anhelan conseguir un poco de felicidad material. Sin embargo, a Beto se le ocurre una idea mucho más creativa: construir “el baño del Papa”.
Beto consigue un poco de material y se muestra cómo su baño va creciendo a través de una cámara cenital. Pero cuando se queda sin elementos para poder continuar debe atravesar diferentes obstáculos que le impiden conseguir los materiales que necesita. Deberá negociar con Melevo, el policía que siempre lo persiguió, para poder pasar por la aduana sin problemas. Su hija lo descubre y allí se deja entrever la historia de amor silenciosa y oculta en este film: la relación padre-hija. Una hija que quiere progresar y ser alguien en la vida; un padre que quiere ser querido, aceptado e incluso admirado por su hija.
Al ver la desilusión de Beto por no poder concretar su sueño, su esposa Carmen le presta los ahorros que guardaba para el futuro de su hija y así, con la salida del sol del día de la visita, comienza su último viaje. Ya todo está organizado para que comience la fiesta. La gente entusiasmada y ansiosa por ver cumplidas sus expectativas y poder, al fin, ser “ricos”. La televisión transmite lo que está sucediendo en el pueblo mezclando imágenes documentales de la llegada y el discurso del Papa como recurso para demostrar la veracidad de los hechos.
Beto llega cuando todo terminó. Las cincuenta mil personas que se esperaban, en realidad fueron ocho mil. Nadie vendió nada; nadie entró al baño. Todo fue angustia y desolación en Melo. “El Papa no tiene la más puta idea de lo que pasó en Melo”, dice Beto, enojado con las imágenes del noticiero.
Esta opera prima de Charlone y Fernandez que habla acerca de la pobreza desde una mirada realista y un tanto más positiva, desarrolla la idiosincrasia y los distintos sueños de progreso de un pueblo olvidado combinando el humor con la tristeza y retratando la simpleza de una vida complicada. Las situaciones a las que hay que subsistir en el día a día y poder salir adelante se retratan con la fluidez y naturalidad de los personajes, en su mayoría actores no profesionales y habitantes de Melo, interpretados con calidez y simpleza. Los códigos visuales de fotograficidad se muestran con una acertada elección de planos detalle de elementos que tienen cierta relevancia, grandes planos panorámicos de los paisajes y primeros planos que ponen en evidencia la psicología de los personajes. Todo esto acompañado de una banda sonora que mezcla diferentes estilos musicales para recrear el ambiente y reforzar la carga emotiva de la película.
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