Hay algunas que mueven de por sí, otras con las que se conecta intensamente porque hay una concurrencia potencial, otras incomodan y ponen nerviosos y, a mí personalmente, eso también me gusta. Pero con algunas películas se tiene la suerte de haberlas visto en algún momento fortuito y de volver a verlas, luego. Y aquí: la magia, porque uno puede darse cuenta de que las cosas no permanecen nunca iguales salvo en la muerte, y de que no solamente la película ya devino otra cosa distinta de lo que era la primera vez.
Es el caso de mi primera elección