Ayer murió Maria Schneider a la que recordaremos siempre no por su belleza despampanante -no era Laura Antonelli está claro- pero sí por su exultante juventud, su desparpajo para mostrarse en épocas de predepilación, luciendo matorrales, minifaldas y sombreros con acordes de melancólicos tangos parisinos. Los cinefilos deberíamos esta semana volver a ver esas escenas de sexo-muerte que lejos de erotizar provocaban tamaña sensación de soledad. Se lo debemos también al gran Brando para espantar los recuerdos del gordito jadeante que lo suplantó en los últimos años. Sería una estricta cuestión de justicia quedarnos con esa foto final.
viernes, 4 de febrero de 2011
Maria Schneider
Ayer murió Maria Schneider a la que recordaremos siempre no por su belleza despampanante -no era Laura Antonelli está claro- pero sí por su exultante juventud, su desparpajo para mostrarse en épocas de predepilación, luciendo matorrales, minifaldas y sombreros con acordes de melancólicos tangos parisinos. Los cinefilos deberíamos esta semana volver a ver esas escenas de sexo-muerte que lejos de erotizar provocaban tamaña sensación de soledad. Se lo debemos también al gran Brando para espantar los recuerdos del gordito jadeante que lo suplantó en los últimos años. Sería una estricta cuestión de justicia quedarnos con esa foto final.
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